viernes, 24 de junio de 2011

es esta red que me rompe
con cuerdas nocturnas,
plenitud en la soledad
del latir a través de estas horas moribundas,
sin paliativos ni sustituyentes,

es este dolor que sonríe,
las grapas en el cantante sonámbulo,
el charco que dejaron las lluvias,
escojes otra dirección,
doy media vuelta,
la radio está demasiado alta,
a mi alrededor cada uno escucha (solo) su propio eco,
y nadie conoce el abismo que oculta,
por eso vivimos inundados,
pero han afirmado mi nombre,
creo que existo
y empiezo a entender los acordes de aquella canción
que se cantaba en el umbral de mis carencias,
o eso dicen mis labios,
no sé,
tú tampoco,
mira
aquí
despido el último gesto
con otro abrazo inconcluso
y este andar sosegado
de quien ha vivido muchos silencios,
pero que aún despierta devorando la mañana.

por ahora vivo
en las entrañas de esta velada
sin luna ni velas,
cuando los acordes han sido enterrados en río
y somos sombras en este baile trasnochado.


sé que tu voz es hoja seca:
lates contra mí
pero el otoño me vuelve fría,
te quiebro
pero no vas a quejarte.

paso en bicicleta
por este desierto de lecturas prohibidas
el guarda no está:
nadie va a reñirme.

el camino es mío,
esta boca( que no es tuya) sabe a incienso,
no pretendo que lo entiendas,
solo déjame caminar sin verte,
esquiva el paso
para que este sea un manantial de luz en la garganta más seca,
bebe la lluvia del cuerpo que se ha dolido
pero ya no más

ahora esta jaula
no me vale,
necesito otra
más dulce o hiriente,
simplemente distinta.

se restaura el enigma de mi voz.

soy nueva para marchar con el placer
de omitir despedidas.

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