miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un columpio no es un trapecio,
los niños que lloran
se parecen a los días cerrados.

Los amantes escogieron un invierno frío
y cartas para huir del pasaje anónimo.


Las palabras eran el bote salvavidas
porque marcaban el hoy,
desarmaban la trama,
creaban historias.


Hicieron un corto con sus vidas.
Solo se veían figuras caminando
un día gris,
unidas en el margen del vacío.


Era un corto sin voz,
invocaron el cine mudo.

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