martes, 16 de noviembre de 2010

junto al estanque
se dolía el nenúfar,
cerca había un ciber
donde los niños jugaban a matar o morir
mientras comían regaliz.

te dije que
tenían la voz lluviosa
y sus gráciles manos eran sombras de agua y sueño.

buenas noches susurraste
alargando mi vigilia un poco más,
aquella noche el mundo estaba cerrado
y cayó de la luna un sueño de pajáros de hierro
cuando la voz menguó
para escuchar el aullido de esta tierra expectante.

Éramos un galimatías
en el cuerpo del sol extraviado,
llovía sobre los cristales
de la hora descuidada,
sé que creías NO PUEDO
cuando el volcán quemaba
y por primera vez, sentías algo semejante a la belleza.

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