domingo, 28 de noviembre de 2010

la voz del domingo es ronca,
nos duele la garganta
después de tanto grito,
hemos roto todas las jaulas,
el cuerpo descansa
un poco más,
pronto reconoce a tarde,
pero el tiempo se diluye
en cielos de invierno.

hoy,
al despertar,
solo deseamos hundirnos en la luz vespertina.

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