viernes, 15 de abril de 2011

Íbamos a encontrar un atajo
cuando te perdí por séptima vez.
Llovía y no sabías en qué puerto recalar,
fruncías el ceño,
te alejabas del cuerpo,
reposando la vista en el mar.

Tu deseo de postergar lo inevitable
era tan eléctrico que se erizaban las cortinas del agua,
oyéndote contar segundos,
aún recuerdo
aquellos besos que robabas al tiempo para distraérlo.

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