domingo, 17 de abril de 2016

Anhelar que despiertes
pero no para seguir
en este gélido laberinto.
Despertar para salir
a por un café con leche
y una tostada con aceite
(como las que desayunábamos
antes de la catástrofe).
Despertar para sentir
el frío matinal que se
eleva sobre nuestros hombros.

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