domingo, 9 de octubre de 2011

Esta mañana
como descripción de una eternidad contenida
en el recuerdo.

Las manos no piden,
cuentan,
sus distancias se trazan con silencios
y tantas barreras invisibles
que los acordes te doblan
bajo el peso de la voz,
has roto tantos nudos
y es domingo,
los domingos hablan del fluir del tiempo,
el tiempo es síntoma de la conciencia,
conciencia para espaldas grises
frente al cielo azul.

Los reencuentros
saben advertirte
de que el punto de partida nunca ha estado demasiado lejos
permanece en ti,
en tus poemas,
búscandote en la pausa más frágil,
en el ala izquierda de un labio,
en la paz después del cuchillo,
en el manto de hojas muertas
sobre el que te tiendes
sabiéndote sola,
entera,
expectante,
despierta.

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