miércoles, 12 de octubre de 2011

La luna es frágil en su hirirente espera.
Nadie llega al cabo de la voz inerte.
Todos los morfemas se atascan.
El dique no aguantará demasiadas galernas.
Somos silencios sobre el diván de mimbre.
Y esta tarde cálida
precede al diluvio del gigante de humo.
Las promesas online no se cumplen.
Toda foto captura mal esta sonrisa inexperta.
La gente mira absorta, pero no siente su temblor.
Los minutos enroscados sobre esta mesa,
y aquí está,
vestida de oscuro,
el color negro siempre grita ausencia.
Contempla las murallas mientras el lecho permanece frío.
Devora caminos al amanecer y así vivir más lento.
Los parques al mediodía con presencias dulces por su fugacidad
provocan una media sonrisa.
Los transeúntes esquivan cercanía.
Ojalá se detuvieran más a coger castañas y vivir momentos.

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